A menudo, cuando se menciona la palabra “abuso”, inmediatamente pensamos en niños, niñas o adolescentes. Pero la realidad es que el abuso ocurre a personas de todas las edades, incluidos los adultos mayores.

El abuso a una persona de la tercera edad se clasifica como una acción intencional que causa o amenaza con dañar a un adulto mayor, una negligencia al protegerlo de cualquier daño o no satisfacer sus necesidades básicas. El abuso sexual de ancianos puede abarcar cualquier actividad sexual con una persona incapaz de dar su consentimiento, ya sea contacto físico, acoso verbal, imágenes bajo coacción, y suele ir acompañado de otras formas de abuso o negligencia.

La Organización Mundial de la Salud estima que “alrededor de 1 de cada 6 personas de 60 años o más experimentó algún tipo de abuso en entornos comunitarios durante el último año”. Sin embargo, al igual que el abuso sexual infantil, este tipo de agresiones en personas mayores es difícil de medir debido a las barreras para reconocerlo y denunciarlo, particularmente en entornos institucionales. Los adultos mayores pueden ser incapaces de verbalizar sus experiencias o reacios a denunciarlas debido a aprensiones sobre la vergüenza o la credibilidad.

Factores de riesgo  

Todos los adultos mayores, en particular aquellos con demencia, tienen más probabilidades de ser abusados por alguien que conocen, como un miembro de la familia, un cuidador u otro residente del centro donde viven. Alrededor del 80% de las veces, el autor de este abuso sexual es un cuidador; y alrededor del 67% de los agresores son miembros de la familia. El abuso a menudo ocurre en el lugar donde reside el adulto mayor o en el hogar del agresor.

Entre los factores de riesgo individuales para experimentar abuso sexual o físico de personas mayores figuran:

  • Género femenino.
  • Residir en un centro de atención institucional.
  • Aislación social o geográfica de los miembros de la familia.
  • Conflicto familiar pasado.
  • Tener discapacidades cognitivas o físicas.
  • Condiciones médicas que causan dificultades para comunicarse, confusión o pérdida de memoria.
  • Historial de comportamiento disruptivo.

Para las organizaciones que atienden a adultos mayores, dentro de los factores de riesgo de sufrir un incidente de abuso incluyen mantener proporciones de personal inadecuadas, tener personal sin capacitación, condiciones de trabajo estresantes y agotamiento de los trabajadores.

Señales de abuso  

Las víctimas adultas mayores tienen menos probabilidades de que alguien les crea y es menos probable que cooperen para la condena del agresor. Ciertas poblaciones pueden ser reacias a buscar servicios psicológicos después de su abuso. Incluso cuando se obtiene tratamiento médico o psicológico, los profesionales a menudo no reconocen las señales de abuso en los adultos mayores.

Los síntomas conductuales suelen ser los primeros indicadores de abuso sexual o físico. Desafortunadamente, los cambios físicos y de comportamiento pueden confundirse con condiciones médicas y desafíos típicos comúnmente asociados con el envejecimiento. Por lo tanto, es vital que los proveedores de servicios, los cuidadores y los miembros de la familia estén familiarizados y respondan a las siguientes señales de advertencia:

  • Dejar de participar en actividades que disfruta; se aparta de amigos, familiares o vecinos.
  • Protagonizar actos agitados o violentos.
  • Incapacidad repentina para satisfacer sus propias necesidades físicas (aspecto desarreglado, cabello sin lavar, ropa rasgada o sucia).
  • Perder peso sin explicación médica; la persona parece hambrienta, desnutrida, desorientada o confundida.
  • Tener problemas para dormir.
  • Experimentar dificultad para caminar o sentarse.
  • Aparición de hematomas, quemaduras, cortes, esguinces, dislocaciones, fracturas, cicatrices, lesiones internas o vómitos; especialmente si para ello no hay una explicación consistente.
  • Mostrar signos de trauma, como balancearse hacia adelante y hacia atrás.
  • Desarrollar una enfermedad de transmisión sexual.

Prevención 

Las organizaciones deben tener políticas escritas que describan las interacciones verbales y físicas apropiadas entre el personal y los consumidores, incluso cuando se brinda asistencia de atención personal. Además, las organizaciones deben proporcionar a los consumidores adultos políticas escritas que normen cómo pueden interactuar entre sí.

El personal de los programas hospitalarios, residenciales, ambulatorios y comunitarios, así como los familiares y cuidadores en los entornos domésticos, pueden participar en la prevención y detección del abuso de personas de la tercera edad a través de un mayor contacto y observaciones. Consulte más frecuentemente con los adultos mayores que tienen menos conexiones sociales y familiares. Proporcione oportunidades para la comunidad y la participación recreativa. Ofrezca relevo y apoyo a los cuidadores en el hogar. Otros pasos preventivos incluyen:

  • Observe cómo el personal/cuidadores/miembros de la familia interactúan con la persona mayor.
  • Note cómo los adultos, en programas o instalaciones, interactúan entre sí.
  • Pregunte: ¿cuáles son las prácticas de supervisión establecidas en este programa, instalación u hogar?
  • Escuche y abogue por las necesidades de los consumidores adultos y ofrezca recursos.
  • Permita que el personal/cuidadores/miembros de la familia se desahoguen. Ofrezca apoyo y muestre empatía.