La mayoría de la gente no puede concebir que su colega tenga malas intenciones. Desde el principio se inclinan a resistir cualquier señal que desafíe esta percepción. A partir de nuestra propia investigación, Praesidium ha identificado cuatro barreras que impiden que las personas buenas y bien intencionadas reaccionen cuando ven interacciones sospechosas o inapropiadas o transgresiones de políticas:
- ¿Qué pasa si me equivoco? Después de todo, no vi nada ilegal y él/ella es una persona que le cae bien a todos.
- Todo el mundo sabe que él/ella es así; un solo hecho no significa que sea un pervertido.
- Seguro que si digo algo, nadie va a hacer nada. O peor todavía, el equipo directivo se asustará y reaccionará de forma exagerada.
- Esa no es realmente mi responsabilidad, soy un docente, no un guardia de seguridad.
Afortunadamente, hay formas de combatir estas barreras:
- Asegúrese de que todos los colaboradores, sin importar su cargo o responsabilidad, estén capacitados para reconocer interacciones sospechosas o inapropiadas o transgresiones de políticas.
- Implemente diversas maneras de recibir denuncias o reclamos, entre ellas, una que dé la posibilidad del anonimato.
- Estandarice la forma en que el equipo directivo responde a los informes para garantizar que estos se manejarán de manera profesional.
- Documente todas las denuncias, aunque no parezcan graves.
- Recuerde que es responsabilidad de todos crear una cultura de seguridad.