Las acusaciones de abuso sexual en un entorno organizacional son cada vez más frecuentes, y ya es habitual encontrar en los medios noticias de abusos o conductas inapropiadas en colegios, universidades, comunidades religiosas, programas de cuidado de niños, niñas o adolescentes, centros de atención médica, deporte juvenil, entre otras. Pero también, cada vez más, la sociedad está exigiendo a las organizaciones un cambio real para implementar medidas de prevención e incrementar la seguridad en sus entornos.

Afortunadamente, hoy los sobrevivientes tienen más oportunidades de hablar, de buscar recursos civiles y penales y optar por un camino que los lleve a la sanación; la forma cómo una organización responde después de un incidente puede facilitar o impedir este proceso.

En el paper titulado “Entregar una respuesta empática al abuso sexual” desarrollado por los miembros de nuestro equipo de Praesidium, Ashley Anderson y Candace Collins, se señala que un componente clave de la sanación es la recepción de una respuesta empática, cercana y acogedora por parte de la organización, que reconozca lo que el sobreviviente ha enfrentado y asuma la responsabilidad por las circunstancias que permitieron que ocurriera el incidente.

Lamentablemente, las respuestas centradas en la víctima no son la norma general. Hay numerosos ejemplos sobre organizaciones que responden de una manera que va en contra de la transparencia y la honestidad; acciones que probablemente se originan en esfuerzos instintivos por minimizar las consecuencias al eludir la responsabilidad.

Los costos eventuales del escrutinio de los medios o la pérdida de fuentes de financiamiento pueden llevar a las organizaciones a negar inicialmente la información para proteger su reputación.  Otras instituciones se victimizan; aseguran que no podrían haber evitado o anticipado los eventos que ocurrieron y, por lo tanto, que están siendo tratadas injustamente frente al público.  Si bien se puede especular sobre las motivaciones, finalmente las organizaciones se verán obligadas a cambiar y ajustar su respuesta inicial.

Empezar con una disculpa puede ser una parte esencial del proceso de sanación para los sobrevivientes. El público en general siente una sensación de justicia cuando las organizaciones piden perdón por sus errores, siempre que el mensaje muestre suficiente empatía.  Sin embargo, el objetivo principal de una disculpa no debe ser lograr el perdón: una organización debe permanecer centrada en cuál fue su responsabilidad en el asunto y en las necesidades de la víctima para que logre su proceso de sanación.

El propósito de disculparse es destacar el valor de la relación y las lecciones aprendidas, al tiempo que se promete de manera convincente que el mal comportamiento no se repetirá. Para maximizar el efecto, y promover la curación genuina de las víctimas, la organización debe designar a alguien capacitado sobre cuándo y cómo disculparse, y garantizar que la disculpa incluya: reconocimiento de la injusticia o el error y el daño y sufrimiento resultantes; asumir la responsabilidad, incluyendo una expresión explícita de arrepentimiento; explicación satisfactoria de cómo ocurrió el incidente; las acciones que se tomarán para prevenir daños futuros y oferta de reparación o compensación.

El concepto de un enfoque empático y centrado en la víctima estimula el debate interno dentro de una organización e incrementa la preocupación por lo desconocido. Los buenos líderes admiten que este enfoque es el más adecuado y en conjunto con su equipo buscan elegir un camino que refleje la respuesta que esperarían si ellos o sus familias se vieran afectados por un abuso.

Es en los momentos difíciles cuando las organizaciones tienen la oportunidad de crear un cambio real, cumpliendo su misión y respetando sus valores.