Ya se acercan las vacaciones escolares y muchos clubes deportivos, Juntas de Vecinos, Municipalidades y otros, ofrecen programas de actividades para niños, niñas y adolescentes (NNA), ya sea por el día o incluyendo permanencia nocturna.

Para que tanto los NNA participantes como los monitores responsables puedan disfrutar de experiencias seguras y agradables, es fundamental que la organización que ofrece estos programas analice y comprenda cómo reconocer las actividades de alto riesgo y cómo implementar las mejores prácticas de prevención del abuso.

Para comenzar a evaluar sus programas de actividades en vacaciones, considere estas ocho áreas clave:

Interacciones uno a uno:

Las mejores prácticas de prevención de abuso incluyen siempre seguir la “regla de tres o más”, en que nunca puede haber un adulto a solas con un NNA. Sin embargo, pueden darse ocasiones en que las interacciones uno a uno son inevitables, por lo que para estos casos, es necesario definir previamente bajo qué condiciones se puede llevar a cabo esta interacción, y capacitar a los monitores sobre qué hacer si se encuentran en una situación así con un NNA. También es necesario que los monitores sean capacitados acerca de cómo responder frente a interacciones individuales entre los mismos participantes. 

Edad de los monitores:

La edad de los monitores plantea otro desafío. Hace apenas un año, estos monitores pudieron ser NNA participantes de 17 años. La capacitación previa para formar a estos monitores debe considerar cómo establecer límites al pasar de participante a monitor. También es necesario recordar que la edad de consentimiento sexual en Chile es de 14 años, es decir, una persona de 14 años o más puede dar su consentimiento legal para tener relaciones íntimas con otra persona que tenga una edad similar o mayor. Sin embargo, existen restricciones y leyes que protegen a los NNA de la explotación sexual y el abuso, y las relaciones íntimas con menores de 14 años son consideradas delitos graves. Frente a estas situaciones, sugerimos dejar por escrito, informando a padres, madres, NNA y a cualquier otro adulto que participe del programa, que cualquier tipo de contacto sexual durante el desarrollo de este, que involucre a un NNA, estará estrictamente prohibido.

Monitores en formación:

Los programas de preparación de monitores pueden significar experiencias muy valiosas para los futuros encargados, sin embargo, es necesario que estos programas tengan una estructura que permita evaluar a estos jóvenes en un contexto de interacción con los NNA. Los monitores en formación nunca deben estar a cargo de supervisar a los NNA ni estar en los baños o vestuarios al mismo tiempo que estos, pero sí pueden convertirse en un segundo par de ojos y oídos para alertar a los responsables acerca de cualquier problema.

Baños y Duchas:

El liderazgo de las organizaciones que ofrecen estos programas a menudo se preguntan si los monitores deberían estar «dentro» de los camarines o vestuarios para prevenir el abuso entre NNA. La mejor manera de gestionar el riesgo de abuso en estas situaciones es hacer que los monitores se ubiquen lo suficientemente cerca del área donde los NNA se visten o duchan para «escuchar» (no para ver), lo que está sucediendo dentro de estas áreas, pero no entrar a estas. Además, los monitores deben cambiarse o ducharse en horarios/áreas diferentes a los de los participantes.

Transiciones y Tiempos Libres:

Durante la transición y los tiempos libres, a los monitores a menudo se les indica que “vigilen a todos”. Sin embargo, esta instrucción puede resultar en que “nadie mire a nadie”. Cuando los participantes rotan entre actividades, se debe asignar personal a ciertas áreas, actividades o participantes para garantizar que los NNA vayan a los lugares adecuados. El personal debe monitorear dónde se supone que deben ir los participantes y confirmar que lleguen a tiempo con controles de asistencia al comienzo y al final de las actividades. Además, reunir a los NNA en grupos minimiza el riesgo.

Actividades con alojamiento o permanencia nocturna:

Sin políticas y protocolos adecuados, estas situaciones son actividades de alto riesgo, por lo que los programas que incluyan actividades o viajes nocturnos, podrían generar una posible exposición de los NNA a abusos. Asegúrese de que las políticas  y normas que rigen durante la noche aborden dónde duermen los monitores, cuánto tiempo deben permanecer despiertos y los arreglos para dormir de los participantes. Asegúrese de incluir también los procedimientos del uso de baño.

Cabañas, Carpas, Dormitorios:

En caso de actividades que incluyan pernoctaciones, dentro de las cabañas o dormitorios comunes, las camas de los monitores deben ubicarse de manera de poder supervisar de manera efectiva para minimizar los posibles riesgos de abuso, en particular entre NNA. No se debe permitir que participantes o monitores duerman en la cama o en los sacos de dormir de otras personas. Además, es necesario definir de manera precisa cómo será el monitoreo nocturno que se realizará mientras los participantes estén dormidos.

Transporte:

El transporte representa un riesgo potencial en los programas de vacaciones, especialmente cuando incluye a participantes de diferentes grupos de edad. Dentro de las mejores prácticas, se sugiere ubicarlos separados por grupos de edad y de ser posible, dividir también niños de niñas. Además, definir de manera precisa dónde deben se sentarán los monitores para minimizar los riesgos de abuso; ojalá sentarse solos y estar atentos a lo que sucede dentro del medio de transporte (por ejemplo, evitar uso de audífonos) y que al menos uno de ellos se siente atrás para monitorear a todo el grupo.

 

Identificar y abordar previamente estas diferentes situaciones de alto riesgo puede ayudar a su organización a fomentar una cultura de seguridad y garantizar que los participantes y monitores tengan una excelente experiencia en el programa.